miércoles, 28 de diciembre de 2011


María de Padilla (c. 1334[1] - Sevilla, julio de 1361) fue una noble, famosa por sus amores con el rey Pedro I de Castilla.

María era hija de Juan García de Padilla (fallecido entre 1348 y 1351) y de María González de Hinestrosa (fallecida después de septiembre de 1356). Pertenecía a una familia castellana, los Padilla, originarios de Padilla de Abajo, antes Padiella de Yuso, localidad de Burgos en la merindad de Castrojeriz, miembros de la nobleza comarcal, según Carlos Estepa Díez en su obra sobre las behetrías castellanas. Las crónicas de su época la describen como muy fermosa, e de buen entendimiento e pequeña de cuerpo.

Contenido [ocultar]
1 Vida con Pedro I de Castilla
2 Descendencia
3 Muerte y sepultura
4 Haciendas
4.1 Dos Hermanas
4.2 Astudillo
4.3 Torrijos
5 María de Padilla y su familia en la documentación medieval
6 Notas
7 Bibliografía


[editar] Vida con Pedro I de CastillaPedro I conoció a María de Padilla en el verano de 1352 cuando iba de expedición a Asturias para luchar contra su hermanastro Enrique de Trastámara que se había sublevado. Probablemente Juan Fernández de Hinestrosa, tío materno de María y principal privado del rey Pedro I de Castilla entre 1354 y 1359, presentó al rey quien se convertiría en su amante para conseguir el favor real a través de su sobrina, según se deduce de la crónica de rey, escrita por Pero López de Ayala:

En este tiempo, yendo el rey a Gijón, tomo a doña María de Padilla que era una doncella muy fermosa e andaba en casa de doña Isabel de Meneses, muger de don Juan Alfonso de Alburquerque que la criaba, e tráxogela a Sant Fagund Juan Ferrandez de Henestrosa, su tío, hermano de doña María González, su madre.
A partir de ese momento, María se convirtió en su amante y fue su permanente amor, por encima de los matrimonios del monarca. No se conocen muchos datos sobre su biografía, pero según las crónicas de la época, tuvo un carácter bondadoso, influyendo en ocasiones para que Pedro perdonara a nobles que se habían puesto en su contra y habían faltado a la lealtad que de ellos se esperaba.

En 1353 el rey casó en Valladolid con Blanca de Borbón, hija del duque Pedro I de Borbón (bisnieto de Luis IX de Francia) y de Isabel de Valois (a su vez nieta de Felipe III de Francia). Este matrimonio, ya estaba pactado por Juan Alfonso de Alburquerque (favorito del rey) en connivencia con María de Portugal, la reina madre, pero sin el beneplácito de Pedro, quien mantiene su relación con María de Padilla. A los tres días de la boda, abandona a su esposa, al conocer que ésta ha mantenido amoríos durante el viaje desde Francia a Valladolid con su hermanastro Fadrique y que la dote pactada no puede ser pagada. Tras lo cual se reúne nuevamente con su amante, María de Padilla, la cual ya le ha dado una hija, Beatriz.

El rey aleja a Blanca de Borbón y la instala en Medina del Campo junto a la madre del rey. Todo esto es aprovechado para sublevarse por alguna parte de la nobleza entre los que se encuentran tres de sus hermanastros, hijos de Leonor de Guzmán, Enrique de Trastamara, Fadrique y Tello, Juan Alfonso de Alburquerque, que perdido el favor real tras la frustrada boda promovida por él, se convierte en uno de sus peores enemigos, y su propia madre, María de Portugal.

Pedro I recibirá la ayuda de la pequeña nobleza, (entre la que se encuentra la de María, como Juan Fernández de Hinestrosa, su tío y valido del rey), la burguesía urbana y la comunidad judía. Enrique de Trastámara contará con el apoyo incondicional de la alta nobleza y del rey aragonés. Asimismo, el pueblo llano toma partido preferentemente al lado del Trastámara.

No sólo a la población castellana movía a piedad la suerte de la reina Blanca, abandonada y presa. El vizconde de Narbona y los demás caballeros franceses que vinieron acompañando a la reina, llevaron al otro lado de las fronteras las quejas contra el rey y el Papa quiso acabar con el escándalo. Ya en 1353 dirigió sus primeras advertencias al monarca pero fueron desoídas y burladas. Regía Inocencio VI, y en vista de la conducta del monarca de Castilla, apeló a medios más eficaces para apartarle de la amistad de María de Padilla y unirle a su esposa, amenazándole con la excomunión. Se consiguió entonces que el rey pasase en Valladolid dos días más al lado de Blanca.

En 1354 se celebran en Zamora las «Vistas del Tejadillo» entre Pedro I y los partidarios de Blanca de Borbón, llevando cada bando un séquito de cincuenta caballeros armados. Pedro obliga a que declaren nulo su matrimonio para casarse con Juana de Castro, viuda de Diego de Haro, pero es encerrado en Toro junto con sus favoritos, de donde consigue escapar con la ayuda de su tesorero judío, Samuel Levi. La noticia del nuevo matrimonio llegó pronto al Pontífice que comisionó a Beltrán, obispo de Sena, para que formase proceso canónico contra los obispos de Salamanca y Ávila, que habían apoyado al rey, y conminase a éste para que abandonase a Juana y se uniese a su esposa, Blanca.


Patio de las Doncellas, Reales Alcázares de Sevilla.Mientras, nace su segunda hija, Constanza, en Castrojeriz y María se dirigió al Papa, pidiendo licencia para fundar un monasterio de monjas clarisas apoyándola en su pretensión el rey (como resulta de los documentos pontificios que vinieron de Aviñón), dando a entender al Papa que su propósito era hacer en el monasterio vida penitente. En 1353 fundó el Real Monasterio de Santa Clara en Astudillo cuya primera abadesa fue Juana Fernández de Hinestrosa, tía carnal de María, quien no profesó en dicho monasterio ya que volvió el rey con ella, roto el matrimonio con Juana de Castro.

En 1355 nace su tercer vástago, Isabel, y el mismo año el hijo de Juana de Castro, Juan de Castilla y Castro, hijo legítimo que con el tiempo fue encerrado en la fortaleza de Soria y, al firmar la paz el rey Enrique II de Castilla y el duque de Lancaster en 1386, fue hecho rehén como garantía a propuesta de su propio cuñado, el de Lancaster. No hay que olvidar que el infante era depositario de los derechos sucesorios de su padre, Pedro I, en caso de fallecimiento de las hijas (al haber fallecido el único varón, Alonso) que había tenido con María de Padilla.

En 1356, el rey derrota a los sublevados e inmediatamente, hace confinar a Blanca de Borbón en Arévalo y poco después la hace trasladar a Toledo. En ambas localidades, la repudiada soberana consigue ganar adeptos para su causa, la mayoría de las veces con falsas acusaciones que carecen de fundamento.

Nace en Tordesillas Alfonso de Castilla, quien falleció siendo niño, último de los hijos de María de Padilla. En 1361 el rey se traslada a Medina Sidonia y manda asesinar a Blanca para coronar reina a María, pero ésta muere el mismo año en su residencia de Astudillo, posiblemente víctima de la peste aunque Pero López de Ayala en su crónica se limita a decir de su dolencia, es decir, de cualquier enfermedad natural.

Pedro I la lloró mucho porque, en definitiva, fue su único y permanente amor. Tanto que un año después, en Cortes celebradas en Sevilla declaró ante los nobles que su primera y única esposa había sido María de Padilla. Al arzobispo de Toledo le parecieron buenas estas razones, declarando nulos los otros dos matrimonios y por lo tanto encontró Pedro I unas Cortes dispuestas a ratificar lo afirmado por él, declarándola reina y legitimando su descendencia, con lo que trasladó su cuerpo a la capilla de los Reyes de la Catedral de Sevilla, dónde también está enterrado el rey, y declarando heredero a Alonso en lugar de al infante Juan, hijo de Juana de Castro.

[editar] DescendenciaEn 1362 Alonso fue designado heredero legítimo de la corona, al tiempo que Pedro I negociaba su matrimonio con la hija de Pedro IV de Aragón pero murió antes de que se llevase a cabo.

Las tres hijas de María Padilla conocieron diversos destinos: Beatriz entró en una orden religiosa, Constanza se casó con Juan de Gante, duque de Lancaster e Isabel con Edmundo de Langley, duque de York, hijos ambos del rey Eduardo III de Inglaterra. Con estas uniones, y considerándose, como eran, herederas legítimas de Pedro de Castilla, el reino estuvo a punto de ir a parar a manos de la monarquía inglesa.

En 1388 decidieron poner fin a su lucha pactando el matrimonio de sus hijos Enrique III de Castilla y Catalina de Lancáster, hija de Constanza, a quienes se les otorgó la condición de Príncipes de Asturias por el acuerdo de Bayona, a imitación del principado de Gales, propio del sucesor del trono inglés. Así quedaron unidas las dos ramas sucesorias de Alfonso XI instaurado el Principado de Asturias y el título de Príncipe de Asturias que siempre ostentará el Heredero de la Corona de Castilla y de España. Enrique III (1379-1406), hijo de Juan I, fue el primer príncipe en poseer este título.

[editar] Muerte y sepulturaLa reina María de Padilla murió de enfermedad en Sevilla en julio de 1361. No obstante, el cronista Pero López de Ayala se limita a decir de su dolencia.


Capilla Real de la Catedral de Sevilla.Fue sepultada en el Real Monasterio de Santa Clara de Astudillo, que la propia María de Padilla había fundado en 1353, aunque poco después, sus restos mortales fueron trasladados, por orden de Pedro I el Cruel, a la Catedral de Sevilla, donde fueron depositados en la Capilla Real de la catedral.[2]

En 1579, con motivo de la reacomodación de los restos reales en la nueva Capilla Real de Sevilla, fueron reconocidos los restos de la reina María de Padilla, que fueron depositados, junto a los de otros miembros de la realeza, en la cripta de la Capilla Real, donde sus restos reposan en la actualidad en un sarcófago de madera forrado de terciopelo rojo.[3]

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